17 de septiembre de 2020

El perfume, Patrick Süskind


Creo que debo admitirlo, cual si esto fuera una suerte de terapia —que casi comenzó siéndolo y en algunas ocasiones todavía me sirve de ello—, a mí, la película de «El perfume» me gustó.
Y ahora viene la segunda parte. 
Le cogí tirria y pasó a engrosar mi lista de «atentados literarios en pantalla» una vez me deslicé entre las páginas que Patrick Süskind había creado. Y aún hoy, después de tanto tiempo, sigo sin explicarme por qué las grandes productoras cinematográficas se recrean en el placer de hacernos sufrir a aquellos que encontramos el goce supino en la lectura. He llegado a esa conclusión, disfrutan haciéndolo. Casi puedo imaginármelos en un enorme sillón tapizado de terciopelo y un puro que nada tenga que envidiar al tamaño del sillón expeliendo humo, un humo que parece cubrirles la mente a la hora de metamorfosearles y hacer que conviertan una delicia de libro en una cruel tortura cinematográfica.
Aunque, cierto es que, en líneas generales, es bastante fidedigna a lo que cuenta la novela.
Grenouille nace en el lugar más putrefacto de París, y creyéndole muerto o casi muerto, su madre le deja entre los desperdicios, pero un oportuno llanto le salva, matando a su madre. Después, su vida pasa por diferentes nodrizas y orfanatos, en los que siempre se ve rechazado por su extraña condición, la de oler todos los matices de cualquier aroma, algo que no se ve revelado hasta que concurre a Baldini, perfumista de renombre, que le compra con la idea de explotarlo, emocionado por su especial sentido del olfato. Su aprendizaje es continuo, bien bajo el auspicio de Baldini o en Grasse, donde descubre formas nuevas de hacer perfumes, y centra su interés en Laura, una chica cuyo aroma le enloquece, y será el desencadenante de todos los actos macabros que llevará a cabo en pos de obtener el perfume perfecto, que culminará con la esencia de Laura.
Personalmente, a pesar de lo evidente, que Grenouille se convierte en un asesino en serie prácticamente y que la piedad que muestra es nula, me dio pena el personaje, y me explico. Esta ausencia de sentimientos o la carencia de remordimientos hacia los actos que comete no es culpa suya, sino de una sociedad que le estancó y le apartó por ser diferente, y, si acaso, mejor que ella por tener un don del que otros carecían. Lo raro se aparta en pos del statu quo que la sociedad "debe" tener y las consecuencias de esta decisión son los asesinatos, y en el efecto del perfume en el final se ve lo que realmente deseaba Grenouille desde peqeuño, la aceptación, el amor y quizá la condescendencia de parte de una sociedad que le había rechazado desde su nacimiento y empezando por su madre, aunque esta última más bien lo hacía por sistema y porque los hijos a los que había dado a luz habían nacido muertos o moribundos en los últimos momentos.
Ahí radica la locura y la venganza que, inconscientemente, toma contra toda la sociedad, asesinando a jóvenes preciosas y prometedoras para ayudarle a conseguir todo lo que nunca tuvo, cual antiguas tribus que se comían a sus guerreros para adquirir sus habilidades.
El final que tiene, muerto por amor artificial provocado por el perfume, es su último sacrificio. 
El punto final es la felicidad que embarga a todos aquellos que acaban con su vida, dándoles un pequeño regalo que, quizá, nunca se merecieron, por su desprecio.

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